El recorrido parte de la población de El Tormillo y recorre el fondo del valle de la Clamor, entre sasos y muelas de arenisca. Asciende primero, al cerro de la Ermita de San Jorge, desde donde se puede observar el paisaje estepario de sasos y vales (o toyos – barrancos de fondo plano y laterales verticales), y tras descender, el camino continúa siguiendo las flechas de “La Torraza” hasta el “Yacimiento de la Torraza” (aldea de repoblación durante la expansión de Alfonso I “El batallador” en el año 1.100, que, posteriormente, se abandonó).
Recorrido lineal de ida y vuelta, con una longitud total de 3,5 km y 20 metros de desnivel
La vegetación natural, como reducto de las roturaciones agrícolas, se concentra en pequeños taludes, fondos de valles y laderas escarpadas.
En la parte baja, más alterada, se establecen los espartales de albardín (Lygeum spartum) que se benefician de los suelos más profundos, junto con los ontinares (Artemisia herba-alba), donde ha habido mayor manejo de pastoreo.
En las laderas aparece el lastón (Brachipodium retusum), aliaga (Genista scorpius), osagra (Atriplex halimus), perpetua (Helicrisum stoechas), o manzanilla (Santolina).
Y, finalmente, en las zonas de cárcavas o toyos, donde hay un mayor aporte de agua y sedimentos, aparece algún reducto de especie arbustiva y forestal como la coscoja (Quercus coccifera), espino negro (Rhamnus lycoides), retama (Retama sphaerocarpa), tamariz (Tamarix gallica), sabina (Juniperus thurifera) o incluso encina (Quercus rotundifolia).
En el fondo del valle, donde el barranco de la Clamor tiene agua más permanente, destaca el carrizo y los chopos (Populus nigra).
El sur de la comarca del Somontano de Barbastro se incluye dentro de la unidad geomorfológica entre el Somontano (pie de monte) y el valle del Ebro, formando un paisaje estepario que destaca por su clima árido, suelos arenosos y vegetación permanente de matorral y que da origen a un paisaje dibujado por la erosión entre sasos, muelas, cárcavas y ripas.
El sur de la comarca del Somontano de Barbastro se incluye dentro de la unidad geomorfológica entre el Somontano (pie de monte) y el valle del Ebro, formando un paisaje estepario que destaca por su clima árido, suelos arenosos y vegetación permanente de matorral y que da origen a un paisaje dibujado por la erosión entre sasos, muelas, cárcavas y ripas.
La vegetación natural, como reducto de las roturaciones agrícolas, se concentra en pequeños taludes, fondos de valles y laderas escarpadas.
En la parte baja, más alterada, se establecen los espartales de albardín (Lygeum spartum) que se benefician de los suelos más profundos, junto con los ontinares (Artemisia herba-alba), donde ha habido mayor manejo de pastoreo.
En las laderas aparece el lastón (Brachipodium retusum), aliaga (Genista scorpius), osagra (Atriplex halimus), perpetua (Helicrisum stoechas), o manzanilla (Santolina).
Y, finalmente, en las zonas de cárcavas o toyos, donde hay un mayor aporte de agua y sedimentos, aparece algún reducto de especie arbustiva y forestal como la coscoja (Quercus coccifera), espino negro (Rhamnus lycoides), retama (Retama sphaerocarpa), tamariz (Tamarix gallica), sabina (Juniperus thurifera) o incluso encina (Quercus rotundifolia).
En el fondo del valle, donde el barranco de la Clamor tiene agua más permanente, destaca el carrizo y los chopos (Populus nigra).